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jueves, 3 de noviembre de 2011

No sé cómo me siento.




Llevo unos días en los que me cuesta organizar mis ideas, tengo claro que tengo que hacer lo que tengo que hacer, pero ya puedo estar haciendo cualquier tipo de cosa para el colegio o estar entablando una conversación que está él en mi mente.
Él es esa persona que es capaz de sacarme una sonrisa en cualquier momento, aquel con el que jamás me podré enfadar (en parte porque jamás llegaré a formar parte de su vida, irónico, ¿verdad?). Eso es lo que más duele, que esa persona que es la que te da una razón para levantarte cada mañana ni si quiera sepa que existes. Y sí, eso verdaderamente duele, que no sepa que darías todo por ser la persona causante de su sonrisa; la persona que estuvo, está y estará a su lado en cada momento; la persona que haría cualquier cosa por él.
Él es el que me ha enseñado a luchar por lo que quiero y no rendirme al primer no, también me ha enseñado que Dios (al que la sociedad últimamente no tiene muy presente) te ayuda si tú pones un poquito de tu parte; él es el que me ha enseñado a hacer las cosas por "amor al arte" (como se dice vulgarmente), porque realmente quieres hacerlo, no porque quieras algo a cambio de tu acto.
Esto puede sonar a adolescente "encaprichada" con un chico más, y no, no es un encaprichamiento de adolescente histérica, tampoco es una obsesión, un emperramiento, o un antojo. Hay gente que me llamaría loca por decir que estoy enamorada de un chico que jamás he visto en persona (y al que probablemente jamás veré), un chico que según ellos no conozco en absoluto. Después están esas otras personas que me llamarían loca simplemente por el hecho de utilizar la palabra amor, "el amor no se conoce con catorce años" ¿si? Y una mierda. Hay adultos que llaman amor a constantes peleas, gritos y amenazas "eso son solo riñas, estamos enamorados", perdona, pero discrepo.
Cada uno tiene su propia definición de amor, si la tuya es pelearte con esa persona que "amas", adelante, hazlo, no soy nadie para impedírtelo, pero entonces tampoco me impidas a mí que haga algo que quiero.

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