-Si hubiera sentido el calor de
tu toque. Si hubiera visto como sonríes cuando te sonrojas, o como se curvan
tus labios cuando te concentras lo suficiente, hubiera sabido por lo que estaba
viviendo. Por lo que he estado viviendo.-iba susurrando las palabras mientras las
escribía en las pastas mi cuaderno favorito.
-Eres muy ñoña.-dijiste sin
levantar la vista de tus apuntes de Historia.
-Olvídame y vuelve a lo tuyo.-te
respondí poniendo los ojos en blanco.
-¿Sabes? Cuando las personas
normales quedan para estudiar, suelen estudiar. Raro, ¿verdad?-dijiste con tono
sarcástico.
-Y yo soy una persona
normal.-dije poniéndome bizca, cosa que le hizo sonreír.-Vamos, hemos estado
estudiando toda la tarde ahogándonos entres apuntes, ya son las siete, mañana
seguimos.-terminé quejicosa.
-Venga, recojo y vemos una peli,
¿quieres?-me preguntaste aceptando mi propuesta con una media sonrisa.
Recogimos nuestros libros y los
tiramos a un lado del sofá. Tú cogiste una manta y me la pasaste mientras
buscabas un DVD de cualquier película que pudiéramos ver juntos.
-¿Sweeney Todd o Pesadilla Antes de Navidad?-me preguntaste
enseñándome dos de mis películas favoritas, me conocías perfectamente.
-Puuuuuuuuuuuuuuuuuuuues… no sé,
¿qué tal La Tostadora Valiente?-te pregunté poniéndote ojitos tiernos.
-Claro.-me sonreíste. Te tumbaste
a mi lado y me echaste tu brazo por encima de mis hombros. Eras mi mejor amigo,
y como buen amigo, teníamos nuestros momentos cómplices. Me puse nerviosa y no
paraba de lanzar miradas furtivas disimuladamente para ver tu cara, mientras tú
estabas concentrado en ver la película.
Poco a poco me fui echando en tu hombro hasta que quedé totalmente
retrepada encima de ti.
-¿Estás cómoda?-preguntaste divertido.
-Jumm… sí, no estoy mal, la
verdad.-te sonreí. Me dejaste ver tu preciosa sonrisa con tus perfectos dientes
blancos y te fuiste acercando a mí lentamente mientras yo permanecía inmóvil.
Presionaste tus labios sobre los míos suavemente, ese era nuestro primer beso,
cálido y tierno, justo como lo eras tú. Nuestros labios se acoplaban
perfectamente entre ellos, parecían estar hechos a medida.
-Te quiero.-dijiste separando tus
labios de los míos mientras me sonreías.
-Yo más.-te respondí. Volviste a
juntar tus labios con los míos, y nos fundimos en un beso que parecía no tener
fin.