Pensar o no pensar, ésa es la cuestión.
Esos minutos en los que estoy sola, solo mi almohada y yo. Pienso. Mucho. Pienso sobre todo, nada. Varía desde: "¿Qué estoy haciendo con mi vida?" hasta "¿Tengo deberes?". La habitación está muy silenciosa, pero mi mente está muy alta. Me lleva a la locura, porque las cosas de las que nunca pensaría, son las que pienso. A veces, lo odio porque me devuelve cosas sobre las que no debería volver a pensar. Ese segundo antes de dormir es el segundo más activo de mi vida.
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